Transporte: Coche propio (2).
Personajes: 5.
Alojamiento: Albergue Refugio de Riglos. 435€ (29€ p/n) en régimen de media pensión.
Nota:
Todas las actividades las realizamos con el Grupo Explora. Después de hablar con ellos contratamos un pack, que incluía barranquismo, rafting y alojamiento en el albergue. En cuanto a los precios de las actividades están sujetos a ofertas y pueden ser tan variables que es mejor consultarlos directamente en su página web. A nosotros nos salió cada actividad por 40,40€.
Animados por un amiguete, nos apuntamos a un puente de actividades multiaventura en las tierras dominadas por los Mallos de Riglos, al noroeste de Huesca. Nuestra base de operaciones estaría en la propia localidad de Riglos. Los Mallos, imponentes torres de piedra que cada año atraen a multitud de escaladores, y sus alrededores, eran pues nuestro destino.
Mapa
Ver Huesca - Mallos de Riglos en un mapa más grande
Jueves
Después de casi 4 horas y unos 415 kilómetros llegamos a Riglos. La llegada al pueblo ya es impresionante, las casas con los mallos detrás de ellas parecen de juguete.
Mallos de Riglos |
Dejamos las cosas en el albergue. Vamos 4 y la habitación es de 5 así que toca compartirla. Baño limpio y literas cómodas. No necesitamos más.
Después de comentarlo, decidimos acercarnos a Loarre y conocer su famoso castillo. Si además nos daba tiempo, también teníamos intención de subir al Puchilibro, monte que esta al lado del castillo y de fácil ascensión.
Cogimos el coche e hicimos los 22 km que separan Loarre de Riglos. Para entrar al castillo, llegar no tiene pérdida porque está muy bien señalizado, es necesario entrada. Nosotros pagamos un poco más para hacer una visita guiada.
Llegando al Castillo |
El castillo, pues como casi todos. Más bonito por fuera que por dentro. Las explicaciones no están mal, pero por los 4€ nos esperábamos algo más.
La tarde se nos echa encima y el cuerpo nos pide un poco de Puchilibro. La ascensión se trata de un paseo muy fácil, y perfectamente señalizado. Habíamos visto por internet, que el tiempo de subida era en torno a los 70 u 80 minutos (y otros tanto de bajada), así que pensando que nos da tiempo empezamos a subir.
Por el camino, parte de la expedición ya se empezó a quejar, porque decían que se nos iba a hacer de noche. Intentamos seguir un poco más, pero cuando teníamos la cima a la vista y creemos que a nos más de 15 minutos nos dimos media vuelta. Fracaso de nuevo. Volvimos al coche, con sol y tirando las puyitas de rigor, nos fuimos hacia el albergue.
Vista del Castillo desde el Puchilibro |
En el Albergue a cenar, y aquí otra de las cosas que nos sorprendieron. La comida, íbamos a media pensión, buenísima. Platos de cuchara, que estaban de quitarse el sombrero. Realmente sorprendente.
Después de cenar, nos dimos una vuelta por el pueblo. El pueblo en sí, de marcha no tiene nada, solamente la que le da la gente del albergue, así que viendo lo que nos esperaba al día siguiente nos fuimos a sobar.
Viernes
Ese día tocaba barranquismo. Nos levantamos sobre las 09:00, y allí todo el mundo estaba ya en movimiento. Por los Mallos se ve a gente escalando y tirándose en parapente desde la cima.
Desayunamos fuerte y nos fuimos a Murillo de Gállego, donde tiene su base el Grupo Explora. Allí nos dan las explicaciones necesarias sobre el equipo (neoprenos y arnés), nos explican donde vamos a ir y más o menos lo que vamos a hacer. Somos un grupo bastante grande así que vienen con nosotros 4 guías. Una vez con el equipo, vuelta al coche y conducir otra vez hasta el punto de salida en el río Gállego.
El barranquismo empezó bastante bien. El tema de los saltos está muy bien, sin embargo con el rápel, empezamos a ver los contratiempos de ser un grupo grande. Solo hay una cuerda o como mucho dos para bajar. Además nos comentan que 2 de los guías están en prácticas. Resultado de todo esto: muchísimo tiempo esperando en cada rápel, con el frío consiguiente. Cuando tocaba esperar fuera del agua todavía, pero esperar 20 minutos sin moverte dentro del agua en un barranco donde no da luz directa pues fastidiado.
Rápel en seco |
Según avanza el día tenemos más ganas de que se termine el barranco para darnos una buena ducha.
Rápel en mojado |
Conclusión del barranquismo: Aunque algunas cosas merecieron la pena... Suspenso. Pagar por pasar frío, como que no.
Al día siguiente tocaba el rafting y con la esperanza de que se diera mejor que el barranquismo nos fuimos a sobar.
Sábado
Como el día anterior toca levantarse pronto. El rafting, también lo haciamos en el río Gállego pero en otro tramo distinto. Fuimos a Murillo y de ahí al punto de salida de las barcas. Al principio nos tuvieron en un tramo tranquilo, aprendiendo las cosillas básicas que nos explicaba el monitor hasta que ya por fin fuimos río abajo.
Con el rafting no íbamos muy convencidos, pensado que eso de estar en un abarca tan grande iba a ser aburrido, pero la verdad es que nos moló bastante. El monitor la caña, vaya control tenía el figura. El río bastante movidito y las risas empezaron a llegar. Nos moló bastante la verdad.
Rafting |
Sobre la hora de la comida ya habíamos terminado y con ganas de más, pensamos que hacer. Aquí nos dividimos un poco, 2 que tenían ganas de agua se fueron a hacer canoa también con este grupo. Después nos comentaron que bastante bien también.
De los 3 que quedamos uno quería hacer puenting, así que después de consultar con varias agencias por Murillo, contratamos un salto.
El puenting la leche, lo mejor con diferencia. Con el arnés puesto y sin plataforma ni nada te dicen “Pasa la barandilla y espera a que te diga”. Con tembleque de piernas y con más miedo que vergüenza te aferras al puente, hasta que escuchas... ”salta” y a volar se ha dicho. Subidón de adrenalina. Señalar aquí, que esto fue puenting (con cuerda no elástica, movimiento en péndulo) y no góming (cuerda elástica atada a los tobillos), por lo que las cuerdas pueden dejar alguna marca de rozadura, como fue nuestro caso. Aun así 100% recomendable.
Colgando del puente |
Con la piernas temblando aún, decidimos dar un paseo y acercarnos al Mirador de los Buitres, que habíamos visto reseñado en una revista en el albergue. Para llegar al mirador hay que ir hasta Sarsamarcuello, pueblo que está a unos 18 km de Murillo. Allí se siguen las indicaciones hasta llegar a una pista. Nosotros fuimos por ella hasta que vimos que se ponía chunga para el coche, aparcamos y terminamos de subir andando. De camino nos adelantaron varios coches, así que el camino luego no era tan malo como parecía.
De camino al mirador nos encontramos con lo que queda del castillo de Sarsamarcuello y junto a él, la Iglesia de la Virgen de Marcuello.
Llegando al castillo |
Iglesia y torre del castillo |
Y un poco mas adelante llegamos ya al mirador.
Vista desde el Mirador de los Buitres |
El paseo merece la pena y las vistas que se tienen sobre los mallos en el mirador son muy buenas. Un buen fin de día. Para volver al coche, teníamos que dar un poco de pinta de machacados, porque una pareja que había allí se ofreció a bajarnos en su furgo.
De vuelta en el albergue, a poner en común experiencias y anécdotas (al ser el segundo día ya nos conocíamos casi todos en el comedor) y a cenar. Devoramos más que comimos. Por la noche nos fuimos a Murillo, a un bar al aire libre, pero el día nos pasó factura y después de unas cervezas nos abandonaron las fuerzas.
Domingo
Teníamos que dejar la habitación antes de las 10:00 así que nos levantamos pronto y recogimos bártulos. Echamos un último vistazo a los mallos y nos metimos en los coches para volver a Madrid.
Conclusiones
Gran recuerdo el que tenemos de esas tierras. Sobre las compañías para hacer las actividades, un único consejo: informarse bien, comparar precios y luego cruzar los dedos. En nuestro caso, podemos decir que un día casi para olvidar y otro bien, así que 50-50. En cualquier caso, con multiaventura o sin ella, el Reino de los Mallos merece una visita.
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